sábado, 30 de agosto de 2008



La primera reflexión vinculada a la evolución y el semillero de la trova que brotó de la mente de la cantora fue sobre la diferencia de códigos con los que se alimentan los niños y jóvenes de América Latina:

Yo que he visto un poco de lo que es Latinoamérica… y de México… y de Nicaragua… y de Venezuela… sabemos que un niño de cinco años en Guatemala puede saber mucho más que un gángster, porque la vida es muy dura para ellos. En cambio aquí (en Cuba) un niño de cinco años está cantando canciones de Teresita Fernández… Liuba María Hevia o está viendo los muñequitos de Padrón y… viendo a Panbiche, Elpidio Váldez… está disfrutando de una vida distinta, que no es la vida llena de cosas materiales… a lo mejor de juegos electrónicos, de grandes bicicletas ¡a lo mejor!… pero si de cosas sencillas… si de juegos sanos y de cosas bonitas, que no tienen nada que ver ni con la droga… te lo juro, de verdad, aquí la gente tiene esa posibilidad… la juventud, la niñez de mi país y es bonito… ya lo demás tú lo decides cuando tú eres grande, cuando tienes diecisiete… dieciocho años, porque en cualquier parte del mundo siempre va a estar el peligro de cualquier cosa mala: el sida, la delincuencia… en todas partes del mundo. En nuestra misma sociedad también, no con el alto grado que puede haberla en otras sociedades de nuestro continente… aquí mucho menos y de verdad que lo podemos decir y ustedes lo han visto: mucho menos… mucho menos. Pero puede pasar… puede pasar todavía que nos veamos en el caso de muchachos que empiezan a consumir pastillas de esas que se toman con bebidas… y esas cosas… porque se creen que son más hombres o son másss. Pero yo estoy contenta que en mí país esas cosas sucedan poco y que la gente sea feliz y sobre todo la juventud. Y tenga la opción de hacer después lo que le de la gana cuando lleguen a su madurez. Aquí la madurez no está dada por la calle, aquí la madurez está dada por el conocimiento.

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