viernes, 3 de abril de 2009


El capitalismo está en una encrucijada en la que, ni sus adoradores, ni sus profetas, saben para donde coger. Por sí solos, se estrellarían como personajes del “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago. Con sus cajas fuertes repletas, sus mansiones, sus aviones personales, sus yates y sus Rolls Royces seguros, piden auxilio para sus status de dueños del mundo, porque ninguno de estos chupasangre tiene realmente en riesgo sus comodidades personales, sino sus cargos en el concierto feudal del planeta. Si se terminaran de hundir, sólo dejarían de ser grandes banqueros y monopolistas para seguir siendo sólo y humildemente multimillonarios. Tal vez sería una buena oportunidad para que surgiera un nuevo orden económico… menos imperial y más equilibrado.
Pero el fantasma de Carlos Marx y su teoría del colapso, aterra a los benefactores del Capitalismo. Temen perder también su estatus de súper potencias y sus exclusivos derechos a veto. Es entonces cuando se cae la Gran Máscara y se convoca la reunión urgente del “G-20”. Todo queda develado… sin pudor ante su desnudez el Emperador le otorga más de un billón de dólares (más de 700 mil millones de euros) al Fondo Monetario Internacional y sus secuaces. Además del casi billón que ya “la esperanza negra” había aprobado para los banqueros de Estados Unidos. Y además de lo que cada una de estas “Potencias” habrá entregado de manera inconsulta, en nombre de sus ciudadanos contribuyentes a los grandes empresarios –sin que los medios digan nada-. Y… ¿Quién salva a los mil quinientos millones de pobres del mundo?

No hay comentarios: