Gustavo Colina y Darvin Romero Montiel ensayando en semejantes condiciones de atropeyo: en una embarcación que nos paseó por toda Ámsterdam, exquisito vino y una vista arquitectónica hermosa. Gustavo se quejó ante la Corte Penal Internacional de la Haya, pero la demanda no prosperó. Se impuso el poder de la realeza.
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