sábado, 10 de octubre de 2009

EL QUE ESTÉ LIBRE DE PECADO, LANCE EL PRIMER NOBEL




La conciencia humana se deteriora mucho más rápido que la capa de ozono, así que deberíamos preocuparnos más por que se firme un acuerdo de honestidad antes que uno como el de Kioto. ¿Cuántos hombres y mujeres de todo el mundo tienen años condenando las injustificadas muertes causadas por el uso indiscriminado de armas de guerra; la incomprensible hambruna y los perversos experimentos científicos en los que se utilizan africanos y pobladores del llamado tercer mundo como conejillos de indias para probar supuestas vacunas, antídotos y medicamentos que después son comercializados de tal manera que, si llegan a funcionar, los más pobres no pueden acceder a ellos? ¿Cuántas vidas, por ejemplo, habrán salvado los miles de médicos cubanos que como misioneros han viajado a los lugares más abandonados del planeta para llevar la cura que el capitalismo niega a los menos afortunados? ¿Cuántos han muerto cumpliendo con esta labor? ¿Cuántos líderes del mundo han dicho y hecho mucho más que Obama para merecerse el reconocimiento? ¿Cuántas veces el actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica habrá arriesgado su vida, en nombre de la paz, como sí lo ha hecho, por ejemplo, la senadora colombiana Piedad Córdoba? Quien, no solo ha expuesto su integridad física penetrando en la selva de su país para mediar a favor de los rehenes retenidos por la guerrilla, sino denunciando las complicidades de un gobierno paramilitar que no dudaría en eliminarla en la primera oportunidad. Cuántas veces no ha estado Evo Morales –primer presidente indígena de América- al borde del magnicidio por reivindicar el derecho de los pueblos originarios de su país y el continente, enfrentándose a las mafias explotadoras bolivianas controladas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la CIA, cuyos antecedentes criminales son archiconocidos.

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