¡Viva la victoria popular de este 15 de febrero!
Viva la perpetuidad del hombre que asumió sobre sus hombros, los hombros de todos.
Viva Fidel que transmutó de hombre a idea para hacerse perpetuo.
Viva Chávez que es -sin duda- la continuación de la perpetuidad del Che, Fidel, Alí, Bolívar, Martí… y muchos otros, en la misma idea.
Que no se haga perpetuo el lamento por el voto que no fue, pudiendo ser.
Que se perpetúe el compromiso de trabajar... y trabajar... y ¡trabajar coño! sin excusas, para sumar conciencias y no para restar paciencia.
Que no se perpetúe el triunfalismo que sirve de mampara a la pereza mental… o al escualidismo funcional.
Que se perpetúe el militante que –con corbata o sin ella- prefiere patear la calle y no la papelera que está debajo de su escritorio.
Que no se perpetúe el estudiante que estudia para aprehender al que enseña y no para aprender a enseñar.
Que se perpetúe el orgullo del humilde voto de cada uno, como si fuera el decisivo.
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